Este artículo me lo dejó una amiga para leer. Creo que no tiene desperdicio:
"Desear que gane el mejor es, en el fútbol y en el deporte en general, la fórmula diplomática que adopta la galantería deportiva. El deseo que expresa se convierte habitualmente en mera utopía. ¡Qué gane el mejor! resulta ser un ideal que casi nunca se cumple en la práctica. Si en el fútbol siempre ganara el mejor, el deporte rey no sería tal, no tendría gracia, perdería todo su encanto, antes de empezar la liga ya se sabría la calificación final de los equipos. En el fútbol, un partido puede ganarlo el quipo que peor ha jugado, pero que haya tenido mejor suerte, en el deporte cualquiera puede ganar. Claro que existe un favorito, claro que uno es mejor que otro a priori, pero nadie sabe lo que va a pasar en el terreno de juego.Quizás los mejores tengan su día, puede ser que los jugadores con más calidad no luchen lo suficiente y al final la victoria se les escape como un pez entre las manos. Menos mal que en el juego en la vida no siempre ganan los mejores, los más dotados, los fuertes, los inteligentes, sino que todos podemos conseguirlo. Afortunadamente la vida está regida por ideales, pero los ideales no descienden de la realidad, no suplantan al trabajo, no sustituyen al esfuerzo cotidiano. También en la fábula, la tortuga y la liebre se desean antes de iniciar la carrera, ¡qué gane el mejor!, pero al final vence la tortuga. Si se hubiese cumplido lo que expresa literalmente esa fórmula, la tortuga no hubiera comparecido, porque simplemente no tenía nada que hacer ante la velocidad de la liebre. Pero ni siquiera en una prueba de velocidad determinante. Por eso, seguimos deseando ¡qué gane el mejor!, pero que todos tengamos nuestras oportunidades."
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